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······································································· Roulotte:06
······································································· The Skeleton Coast. Alexander Apóstol
······································································· Rejas. Luis Romero
······································································· Cruces y capillas de carretera. Nelson Garrido
······································································· Piaxtla indiciaria. Jorge Satorre
······································································· Autoconstrucción. Abraham Cruzvillegas
······································································· Estudio informal de la arquitectura híbrida, Vol.1 La narco-arquitectura y sus contribuciones a la comunidad. Luis Molina – Pantin
······································································· Creencias de nuestros antepasados. Maruch Sántiz Gómez
······································································· O Sementeiro. Walmor Corrêa
······································································· Dirección. Luz María Bedoya
······································································· El fenómeno TPS. Magdalena Jitrik
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El fenómeno TPS. Magdalena Jitrik

Quisiera poder explicar el impacto del Taller Popular de Serigrafía y también su falta de impacto. Cómo lo pienso hoy, está lleno de paradojas y también de conflictos.

Para empezar el nombre del grupo es el primer equívoco. Si bien la palabra taller es correcta: fue la que usaron Mariela Scafati y Diego Posadas para proponer un taller abierto de serigrafía durante un acto de la Asamblea Popular de San Telmo, a la que nos habíamos integrado a principios de marzo de 2002.

Instalar un taller en cualquier lado y serigrafiar la imagen que representa el momento, fue el primer gran acierto de estos dos artistas, porque en efecto la impresión se vuelve hipnótica, la reproducción de la imagen y la entrega directa del documento más preciso que se pudiera tener de ese momento que podemos calificar de histórico, sea en forma de papel, sea en forma de estampa sobre las camisetas.

El tema de estampar camisetas era una idea que hace mucho teníamos con Diego y Mariela, por eso yo me integré al equipo de forma inmediata. Pero en esa etapa inicial no se planteó como grupo sino como miembros amigos de la “comisión de cultura” de la asamblea, acudiendo al pedido de “ustedes son los artistas, hagan algo”.

Un detalle es que la idea misma de ponernos un nombre tuvo que ver con un chiste, porque en el mundo asambleario semana tras semana se incorporaban agrupaciones a la asamblea, se presentaban como miembros de una agrupación y con eso hacían política, por eso nosotros también quisimos tener nuestra pequeña secta.

La palabra Popular en cambio es más conflictiva. Hacía referencia a varias puntas, al Atelier Populaire de Francia del 68 y el Taller Gráfica Popular de México de los 40…. Como yo había vivido en México quise atribuir a ese país una influencia a la hora de ponerme a hacer grabado político. Pero a decir verdad desconocía la historia del TGP al que yo creía ligado a la Revolución Mexicana cuando es un proyecto mucho posterior, la versión gráfica del muralismo, ambas cosas de las que en realidad el TPS posteriormente se quería distanciar. Le pusimos Popular por que era el adjetivo que llevaba el nombre de la asamblea.

Incluso se puede decir que al principio, eludíamos todos nuestros saberes en arte. Por ejemplo el diseño del primeros trabajos los ilustró una compañera que hacía “filete porteño”, una técnica decorativa para letreros típica de San Telmo, La Boca, Boedo. Nos parecía bien hacer un diseño surgido de la Asamblea.

Pero pronto comenzamos a producir cosas “autorales”: Diego Posadas hizo un dibujo tomado de una foto de  Rodolfo Walsh, yo hice un diseño en base a una conferencia de un filósofo que venía leyendo, Enzo Traverso, tomamos tipografía de un afiche de Roberto Jacoby, poco a poco se iban filtrando guiños, por así llamarlos. (1)

El cuarto afiche incorporó la “creación colectiva”. Lo preparamos para el Primero de Mayo, tema que era recurrente en mi obra personal, y que la historia me brindaba la oportunidad de vivir un 1º de Mayo manifestando en la calle.  Tomamos el logotipo de la antigua Federación Obrera Regional Argentina, que representa dos manos tomadas, en un brazo el año 1876 que da origen a la fecha, en el otro el 2002, representando  pasado y presente que se encuentran en un movimiento de asambleas…   Mariela y yo modelamos las manos, Diego hizo el dibujo, Mariela dibujó los números, yo no recuerdo si hice el resto de las letras, o fue Diego. Una estructura medio musical de trabajar, podríamos pensar ahora. Así que preparamos para el acto de la asamblea este afiche y al día siguiente frente a la Fábrica Brukman, uno de los escenarios emblemáticos del momento, porque era una fábrica recuperada que había cosechado el apoyo de todas las asambleas y de todos los partidos políticos, movimientos, individuos, todo el mundo apoyaba esta lucha. Mariela Scafati alcanzó a diseñar un segundo afiche para el día siguiente según las consignas que estaban ligadas a la toma de la fábrica. (2)

Esto instauró una de las maneras de operar, en donde cada uno aportaba un fragmento del diseño, pero no es que se abandonó por completo los afiches “autorales”, es decir diseñados 100 % por un sólo artista. Tampoco abandonamos por completo afiches hechos bajo pedido. Hubo cosas en las que no cedimos también, como hacer al Che Guevara… no es que no lo quisieramos a él, pero nos parecía una demagogia, no queríamos ser tan populares, o sí, pero no perdíamos de vista la posibilidad de generar las imágenes de ese momento, y también que queríamos participar de los movimientos. Desde el comienzo decidimos no poner el nombre del grupo en los afiches. No nos pareció necesario.

Entre tanto los movimientos piqueteros se encontraban en el auge, dominando el escenario. Era impactante verlos en sus enormes columnas, auténticamente la imagen de la “famélica legión”, hombres y mujeres de todas las edades, caminando cientos de cuadras, contemplando los edificios de la ciudad capital, al mismo tiempo que siendo mirados por la desconfiada clase media, preocupada por sus depósitos  perdidos, pero no del todo insensible (como ahora) a esta otra realidad extrema.

Las banderas de estas agrupaciones de desocupados, vistas por nuestro ojos, eran piezas únicas: confeccionadas con mínimos recursos, en todas ellas se veía el entusiasmo, la emergencia de una situación identitaria, una alegría de pertenecer.

No sé cómo explicarlo. Mucho iba a tomar de allí el taller, en el diseño de letras y también en la realización de banderas propiamente. Este podría ser el origen de porqué se instauró rápidamente el criterio de dibujar las tipografías, casi en la totalidad de la producción ese criterio se mantuvo, además para poder resolver la totalidad de la imagen con un lápiz, una tijera y un papel, a lo sumo una fotocopia, o un papel de calcar.

Un hecho clave en la historia de ese período y también humildemente en la historia del TPS, fue la conocida como Masacre de Avellaneda. Yo estuve presente en esa manifestación, realmente fue una de las experiencias mas extremas de mi vida. En el transcurso de una manifestación y corte del Puente Pueyrredón, el 26 de junio de 2002, la policía mató a quemarropa a dos chicos, dos piqueteros, uno de los cuales, Darío Santillán, era un líder impresionante al mismo tiempo que un militante de base de aquellos que cada tanto brinda la historia y cuyo nombre llevarán futuras agrupaciones. El otro era Maxi Kosteki, era un estudiante de arte, pintor y poeta.

La escena del crimen muestra primero a Maxi tendido, mientras Dario le da respiración boca a boca, en una siguiente foto se le ve con la mano extendida diciendo “no disparen” y luego el siguiente fotograma Darío saltando y el último, los dos muchachos tendidos en hall de entrada de la estación de tren de Avellaneda. Al principio el gobierno dió la versión de que había sido un enfrentamiento entre agrupaciones pero hubo tal evidencia documental que se produjo una crisis política que derivó en la renuncia del presidente Duhalde que había sido designado para completar el período presidencial de De La Rúa, renunciado a su vez en las jornadas decembrinas de 2001.

Pero del lado de las víctimas la respuesta fue monumental, durante esa misma noche nuevamente se  hicieron barricadas en la ciudad, y una manifestación espontánea en Plaza de Mayo, e inmediatamente al día siguiente y durante toda la semana siguiente y las subsiguientes para volver a cortar el puente un mes después, esta vez con una gigantesca jornada cultural que duró todo el día y mantuvo bloqueado el puente desde la noche anterior.

Diego Posadas asistió a las reuniones de coordinación de este acto, en este punto el TPS fue convocado especialmente porque algunas personas ya habían visto y participado de la acción. Diego trajo de esas reuniones un boceto que un grupo muralista estaba realizando, se había elegido uno para la estación, otro para un paredón en el puente, el tercero se decidió realizarlo para las camisetas. Pero la noche anterior, los compañeros de Darío se pusieron en contacto con él y se reunieron en la casa de Mariela para pedir dos afiches más, uno con las consignas del MTD (Movimiento de Trabajadores Desocupados), y otro con la imagen de Darío extendiendo sus brazos en forma de cruz. Fuimos al acto con estas imágenes. (3 / 4)

Imprimimos cerca de 500 camisetas esa tarde. Fue épico. A partir de allí mantuvimos hasta el 2006 la práctica de llevar una imagen los 26 de junio, fue siempre uno de los ejes de la actividad del taller. También estuvimos al cuidado de la obra de Maxi Kosteki en su exposición un año después. (5 / 6 / 7 / 8 / 9 / 10)

Al poco tiempo empezó la tensión con la asamblea. Hasta ese momento éramos un grupo “al servicio”, concretamente de la propaganda. Entre paréntesis yo estaba encantada con esto de la propaganda, algo que venía haciendo en forma encubierta en obras anteriores. En este caso el conflicto empezó a darse cuando la asamblea empezó a “no aprobar” algunas imágenes del taller y otros proyectos que personalmente yo intentaba realizar.

No es mi intención contar toda la historia del taller, me interesa plantear que el TPS fue un proyecto que fue planeado sobre la marcha y se fue dando junto con el período y con todas las fallas que tuvo el mismo. Nosotros pasamos de ser fanáticos de la asamblea a elegir hacer un “colectivo independiente”, al que poco después se incorporaron otros artistas que no estaban en esa asamblea en particular y que sin embargo querían hacer su contribución a ese momento que se vivía como de cambio profundo.

En esta nueva etapa, se incorporan Carolina Katz, Karina Granieri, Leo Rocco, Horacio Abram Lujan, Eduardo Arauz, Fernando Brizuela, Catalina León, Guillermo Ueno, Julia Masvernat, Christian Wloch, Verónica di Toro, Pablo Rosales, Juana Neumann. En un periodo posterior se incorpora Daniel Sanjurjo.

Organizamos nuestra primera muestra en la galería Belleza y Felicidad, en el mes de diciembre de 2002, aniversario de las jornadas decembrinas de 2001, un momento álgido del taller en donde producimos una cantidad de acciones e imprimimos por primera vez en la Plaza de Mayo, además que hubo una profusión de imágenes que son todas ellas clásicas del taller. (11 / 12 / 13 / 14)

Dura muy poco este “súper colectivo”. Como toda secta, sufre su primera fractura si no recuerdo mal en el 2003 cuando Eduardo Arauz, Julia Masvernat, Catalina León y Guillermo Ueno se incorporan a las actividades del MTD de Lanús y dejan el taller. Fernando Brizuela también se aleja poco a poco aunque  contribuye cada tanto, nos trae papel, materiales, schablones que encuentra en la calle.

A partir de que el taller se independiza de la asamblea, comienza a coordinarse con todos los sectores que estaban en actividad: Piqueteros, Fábricas Recuperadas, Huelgas de trabajadores, Mesa de Escrache Popular, Movimiento por la jornada de seis horas. (15 / 16 / 17 / 18)

Nos reuníamos semanalmente con alguno de estos sectores y cada uno de nosotros, en la medida de las posibilidades y también de los intereses personales, se constituía en enlace y en cierta medida en coordinador de esa actividad en particular. Un poco que cada uno se daba el gusto de participar. Y luego teníamos una reunión semanal, a veces dos, porque por ahí del 2003 se formaliza el “dibujazo” que consistía en dibujar durante la reunión, tirar allí las ideas y dibujos, luego alguien escanaeaba los fragmentos, que elegíamos entre todos, y armaba el próximo diseño. Fue una etapa de bastante éxito respecto al trabajo colectivo, aunque cada tanto venía alguno con un “hit” y existía la camaradería como para publicar cada producto aunque fuera individual… ese idilio también duró poco, aunque dió frutos.

La producción de imágenes se iba sofisticando, y resultaba conflictiva esta combinación de lo individual con lo colectivo, siempre puede suceder que un dibujo no guste. ¿Cómo hacer para incorporar un mal dibujo, con todo el esfuerzo que significa producirlo en serigrafía? bueno, se puede hacer una ideología “anti arte” por lo tanto que no nos importe, pero aquí se establece para mí el conflicto esencial que padeció el taller y que supongo que todo emprendimiento colectivo conlleva… Yo creo en el arte, soy artista, no puedo sostener una ideología “anti arte” porque no considero al arte únicamente como un sistema de relaciones económicas que son reales, injustas, capitalistas, elitistas; también lo veo como la tarea que tengo en mi vida y si en un gesto de renunciamiento dedico mi tiempo, mi energía, a producir imágenes de otros que no me representan o no me dicen nada artísticamente, creo que habrá perdido sentido mi existencia. No puedo renunciar al arte en otras palabras, y creo que varios en el TPS tampoco, defendíamos la ambición artística de modo tal que un horizontalismo entero fue imposible, al menos respecto a la aportación de imágenes. Muchas veces se producía una tiranía de la mayoría. Pero queríamos permanecer y se fue rodeando el problema a partir de una consigna de no generar tantas imágenes sino ir retrabajando, reiterando imágenes para que se fueran fijando, de ahí que hubo afiches que tuvieron saga, como la serie de 1 de mayo, el mapa, o bien la reutilización de fragmentos de un afiche anterior en el próximo, y así siguiendo. (19 / 20 / 21 / 22 / 23)

Pronto se produjo la segunda gran crisis del TPS, en la que la incomodidad personal entre los miembros y otros motivos aleja paulatinamente a Wloch, Scafati, Rocco, Rosales, Abram Lujan, Posadas con lo cual el taller pierde los dibujantes más activos, más hábiles con la figuración.

El TPS había superado mis expectativas de muy lejos. Antes de su existencia, no tenía ninguna intención de hacer una agrupación artística. Sí en cambio sentía, durante el 2001, que había llegado el momento de hacer política, ya me estaba empezando a sentir convocada por algo que ya se comenzaba a respirar. No sabía en donde insertarme, estaba buscando. Pero no se me cruzaba por la cabeza un grupo de arte colectivo. Lo único que había era que en mi obra ya estaba planteado tomar objetos políticos y transformarlos en artísticos.

La posibilidad de hacer política con esto fue lo que resultó determinante en mi caso para continuar con el taller, en ese momento de inflexión de 2004. Y a raíz del ingreso del taller al movimiento por las 6 hs, se diversificó nuestro trabajo en la forma de boletines (y sus ilustraciones),  banderas, offset… A partir de ahí comenzó una hegemonía de mi parte, a lo mejor una tiranía aun peor que la anterior, imponiendo la agenda de mis intereses políticos, concretamente el Movimiento por la Jornada de 6 horas, que me dió la experiencia de participar en un movimiento político en donde podía opinar junto a sindicalistas, militantes políticos, si bien me dejaban hablar, el desafío era incorporar nuestra sensibilidad a los programas políticos, a los actos. Se lograron cosas, pero parcialmente también. Estos interlocutores muchas veces nos miraban atónitos con los proyectos que llevábamos.

Nuestros antecedentes como militantes eran muy escasos, pero el frecuentar todos estos ámbitos fue una escuela impresionante. Íbamos moldeando las posturas políticas en la experiencia cotidiana de esas reuniones; yo tenía acceso a mucha información para poder posicionarnos y decidir si vamos a intervenir o no en tal o cual lucha, y de qué manera. Es decir que producíamos un objeto artístico, pero en el camino, hacíamos política.

Ahora, en ese sentido lo que queda son los objetos artísticos. No se puede decir que las causas nuestras triunfaran totalmente, y mucho menos que haya nacido una esperanza socialista, pero no es una derrota  sino una experiencia que me siento lista para repetir cuando sea necesario.

La tercera gran crisis del TPS se produce hacia la bienal de Sao Paulo de 2006. Había quedado un equipo conformado por con Katz, Di Toro y Granieri.

Al poco tiempo se incorporó Daniel Sanjurjo que venía de una larga experiencia de grupos de arte participativo, por lo que intentaba darle esa impronta al trabajo del taller.  Un fruto importante de esto es el 24 de marzo de 2006, que se cumplían 30 años del golpe militar, participamos de la acción “muertos de hambre” y desde el punto de vista de la serigrafía preparamos estas imágenes, aunque la estampa de eso fue totalmente absorbida por la acción teatral que se desarrollaba, y no estampamos ese día.

Mi incomodidad crecía porque entonces me veía nuevamente trabajando, para un tipo de obra que no me interesaba realmente más que como para participar de público, no sé como explicarlo, estoy a favor de esas acciones pero no como para abandonar las mías, en nombre de lo colectivo. Daniel Sanjurjo se convirtió en  una interferencia en lo que yo deseaba hacer, y para el resto del grupo en cierta forma también. Yo sentía por otro lado que a Daniel tampoco le interesaba la obra que hacíamos, lo que era tremendo es su persistencia por desviar el camino que hasta entonces el taller había trazado. Como que la horizontalidad o apertura del grupo hacía que él tuviera “derecho” a proponer cambios de rumbo, de otra manera el grupo estaría negado a cambiar, se convertiría en una estructura rígida, conservadora. La dualidad de esos argumentos me puso en un dilema tremendo, mientras estábamos trabajando en una gran bandera en la que había muchas frases de las que nos repartimos la diagramación de cada texto, los aportes tanto de Daniel como de Hernan Dupraz, otra persona que se había incorporado, no me parecían al nivel del resto, notas disonantes de lo que ya era una pintura, en donde intervenía otro tipo de sensualidad de la que estos compañeros carecían por completo. Esta obra estuvo fuertemente impulsada por mí respecto de su temática, de su simbología y de su operatoria, respaldada por Vero Di Toro con quien hemos sido siempre fanáticas del trabajo de taller, la posibilidad de trabajar una obra en pintura también nos devolvía nuestro origen de pintoras; Carolina Katz y Karina Granieri, Juana Neumann y otros amigos también pintaron, era un lujo, otra vez teníamos el súper equipo. (24)

Creo que este uno de los peores actos que yo he cometido contra los principios de lo colectivo, y lo aún peor es que no me arrepiento: expulsé a Daniel Sanjurjo y a Dupraz del grupo y repinté lo que ellos habían pintado. Hace poco, mientras colgaba la misma bandera en el Salón Nacional de Artistas de Colombia, sentí un fuerte deseo de seguir corrigiendo partes, una obra ya terminada que ha sido expuesta y documentada, en la VI Bienal de Sao Paulo, La II Bienal de Moscú y el mencionado 41 Salón de Cali, una obra colectiva a la que no tendría el menor escrúpulo de repintar, sin embargo lo condenaría si otra persona pretendiera hacerlo. Otra paradoja del tema autoral.

Acerca de la ruptura del TPS muchas veces se ha creído que fue nuestro explosivo acceso al circuito de arte internacional lo que la provocó, eso puso en evidencia, en efecto,  otras diferencias en el grupo que de no haberse presentado estas invitaciones no hubiera sucedido, pero las diferencias existían. Pero hay que tomar en cuenta que era el contexto también el que había variado, la desactivación del movimiento asambleario y piquetero, la falta de entendimiento del taller con muchos sectores, conflictos muy serios con otras agrupaciones y partidos a quienes desafiamos y desobedecimos algunos acuerdos políticos, una serie de cosas que traían a colación una nueva pregunta, ¿se puede someter a la decisición de una asamblea o grupo la realización de una obra artística?

Porque el último período del taller el grupo terminó siendo un administrador de ideas, hacemos ésta, ésta no, en ésta nos prendemos, en ésta no… así quedaron cosas descartadas que debieron haberse pensado un poco más, muchas de esas cosas las realicé después de otra manera, como que a lo largo de mi vida artística han sido un montón de instituciones y de personas las que me han dicho, o sugerido “no hagas esto” como para estar en un grupo fundado por mí en donde se repitiera esa situación.

Es una locura lo que estoy diciendo porque tal pareciera que el taller es una frustración para mí, todo lo contrario, al mismo tiempo no puedo creer todavía que siga causando tal impacto y adhesión tanto las imágenes como la práctica, pero también quiero desmitificar la historia heroica y graficar un poco lo arbitrario e injusto que puede ser también, de lo cual ninguno de los miembros está exento, ni como víctima ni como actor.  Cada uno tuvo diferentes expectativas y vivencias y participó en la medida de sus posibilidades, lo que está claro es que el taller se inscribió en la historia de la gráfica política y eso fue producto de algo, no de la suerte.

Hoy el taller no existe pero está su patrimonio, nos siguen descubriendo e invitando a exposiciones. Yo recibo la mayoría de ellas y estoy aceptando las que estoy en condiciones de preparar, en Cali hemos mostrado el taller de la forma que siempre hubiera quise hacerlo,  a dúo con Mariela Scafati, instalaciones mucho mas teatrales y menos documentales. Allí presentamos varias obras “autorales”, de las que destaco  un collage de Scafati, basado en los fragmentos de una pegatina que habíamos hecho en nuestra exposición en la FM La Tribu, vueltos a pegar y reconstruidas las imágenes con los pedazos. (25 / 26)

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