Roulotte:10

A estas alturas  del giro historiográfico ya no sorprende que las prácticas artísticas  nos propongan un desplazamiento hacia el pasado cargado de documentos. En cualquier caso, sería demasiado superficial interpretar este giro como una mera conversión del arte en una peculiar técnica de investigación histórica. A decir verdad, casi sería más acertado afirmar que esta proliferación de documentos  tiene una clara  vocación contra la Historia concebida como un continuum que avanza desde un origen remoto hasta nuestros días. En efecto, lo que permite el documento es, precisamente, una suerte de estallido del relato lineal hasta convertir el tiempo en el espacio heterogéneo de una dispersión.

El acopio documental no garantiza un retroceso objetivo para recuperar la memoria sino que, por el contrario, el documento emerge como un accidente, como una interrupción ajena al devenir lineal de los acontecimientos que abriga un interés especial, precisamente, al permitir reconocer en el pasado un grado de extrañeza que sacude frontalmente al presente. El documento libera así la historia de la memoria y, como su principal efecto, abre sin pudor las heridas de nuestro propio tiempo.

(Diciembre, 2013)